Sunday, October 6, 2013

"Si..." de Rudyard Kipling



Si te mantienes sereno cuando quienes te rodean
Pierden su serenidad y te culpan
Si confías en ti cuando los demás dudan de ti
Y al mismo tiempo comprendes sus razones:
Si esperas sin cansarte de esperar
O si te difaman y renuncias a difamarlos
O si te odian y persistes en no odiarlos
Sin pretender nobleza o sabiduría


Si puedes soñar sin que tus sueños te esclavicen
Si puedes pensar sin que tus pensamientos te obsesionen
Si puedes confrontar el triunfo y el fracaso
Lidiando por igual con ambos impostores
Si respaldas las verdades que declaras
Alteradas por pícaros que te tienden emboscadas
Y ver destruido aquello por lo que has vivido
Para levantarte y reconstruirlo con tus uñas

Si puedes arriesgar todas tus ganancias
Para perderlas y luchar desde el comienzo
Sin forjar quebrantos sobre tu pasado
Si puedes forzar tu corazón, tu nervio y tus tendones
Para que funcionen cuando ya estén desgastados
Y proseguir cuando en ti no quede nada
A excepción de una voluntad férrea que te indica que prosigas

Si caminas entre las multitudes sin que tu virtud desfallezca
O junto a los reyes sin perder tu sencillez
Y si ya nadie puede herirte, sea enemigo o bien amado
Si todos los hombres confían en ti sin sobrepasarse
Si puedes extender el momento más imperdonable
Con sesenta segundos de valiosa calma
Tuyo es el mundo y todas sus riquezas
Y, lo que es incluso más valioso, hijo mío
Entonces habrás sido un hombre

 Traducción por Hugo Santander

If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you;
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too:
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don’t deal in lies,
Or being hated don’t give way to hating,
And yet don’t look too good, nor talk too wise;

If you can dream—and not make dreams your master;
If you can think—and not make thoughts your aim,
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two impostors just the same:
If you can bear to hear the truth you’ve spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build ’em up with worn-out tools;

If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss:
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: ‘Hold on!’

If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with Kings—nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you,
If all men count with you, but none too much:
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds’ worth of distance run,
Yours is the Earth and everything that’s in it,
And—which is more—you’ll be a man, my son!

Himnos a la Muerte






A Yeneth Cristina Santander Ferreira

(Febrero 1 de 1977 – Marzo 12 de 1979)



Juntos tejimos las alcobas, la vereda, el barrio
Por dos años que se fueron para estar por siempre...


Primero aprende a amar a quienes viven
Después podrás divagar sobre los muertos

W. Wordsworth




Consideramos a la muerte como una maldición inmerecida
Pero no hemos de saber, ingenuos, lo que nos entrega
Hasta cuando la hayamos sufrido por un día


E. Spenser



A mis diez años mi hermana enfermó de gastroenteritis. A la mañana siguiente alguien me dijo que Yaneth Cristina había muerto. El firmamento cayó, el sol palideció, el aire se descompuso...



Reyes del Mundo

La edad no disminuye la intensidad del sentimiento
Lautréamont


Tú y yo, racimos frágiles
Que florecían en las grietas
De una ciudad oscura
De comerciantes y danzantes 

En tu tez lívida el afecto 
Ileso como un crepúsculo sin nubes
Madera de los muros, las montañas
De la materia eterna, el sentimiento

Tu partida inesperada es mi partida
¿A dónde has ido?
Tus abrazos, tus respuestas, aun regresan
¿A dónde, hermanita, amiga mía?

¿A qué viniste, Cristina? 
¿A padecer acaso el universo?
Los bosques, las ciudades ¿fueron nuestros?
En tus días, las lágrimas, todas, caen

Amaste, ¿naciste entonces, falleciste?
La vida pasa; el amor, en cambio, es para siempre
Allende tu inocencia renace en la alborada
Sobre los risas grises y las agrias noches  

En cruceros de cartón surcamos el mar
Sobre un andén tan amplio como el mar Caribe
Aves amarillas graznaban bajo un cielo azul
De aire endulzado por frutos caídos

Mis brazos fueron estelas de arena,
Columnas a las que te aferrabas
Al escuchar rumores, al divisar 
Ogros y gorgonas, espejismos sobre el agua

En tu vida inmensa está mi infancia
No en vivencias empañadas, aisladas
Ni en las condenas, ni en las reyertas callejeras
Ni en las ejecuciones públicas, lejanas

El rostro que descubro ante el espejo me es ajeno
El mío cayó cierta mañana de Marzo,
En las afueras de un suburbio;
Su firmamento, sus aguas, aún lo esperan

Escarnecido y templado
Sobre los trazos de Getsemaní,
Con esa sangre en esa arena
Leo dejos de tu afecto en otros rostros       
Ecos de ti, Jeanette Cristina
Sin tu agonía jamás habría comprendido
Lo inconmensurable de un amor
Ni las anchas praderas de lo eterno