Sunday, October 6, 2013

Himnos a la Muerte






A Yeneth Cristina Santander Ferreira

(Febrero 1 de 1977 – Marzo 12 de 1979)



Juntos tejimos las alcobas, la vereda, el barrio
Por dos años que se fueron para estar por siempre...


Primero aprende a amar a quienes viven
Después podrás divagar sobre los muertos

W. Wordsworth




Consideramos a la muerte como una maldición inmerecida
Pero no hemos de saber, ingenuos, lo que nos entrega
Hasta cuando la hayamos sufrido por un día


E. Spenser



A mis diez años mi hermana enfermó de gastroenteritis. A la mañana siguiente alguien me dijo que Yaneth Cristina había muerto. El firmamento cayó, el sol palideció, el aire se descompuso...



Reyes del Mundo

La edad no disminuye la intensidad del sentimiento
Lautréamont


Tú y yo, racimos frágiles
Que florecían en las grietas
De una ciudad oscura
De comerciantes y danzantes 

En tu tez lívida el afecto 
Ileso como un crepúsculo sin nubes
Madera de los muros, las montañas
De la materia eterna, el sentimiento

Tu partida inesperada es mi partida
¿A dónde has ido?
Tus abrazos, tus respuestas, aun regresan
¿A dónde, hermanita, amiga mía?

¿A qué viniste, Cristina? 
¿A padecer acaso el universo?
Los bosques, las ciudades ¿fueron nuestros?
En tus días, las lágrimas, todas, caen

Amaste, ¿naciste entonces, falleciste?
La vida pasa; el amor, en cambio, es para siempre
Allende tu inocencia renace en la alborada
Sobre los risas grises y las agrias noches  

En cruceros de cartón surcamos el mar
Sobre un andén tan amplio como el mar Caribe
Aves amarillas graznaban bajo un cielo azul
De aire endulzado por frutos caídos

Mis brazos fueron estelas de arena,
Columnas a las que te aferrabas
Al escuchar rumores, al divisar 
Ogros y gorgonas, espejismos sobre el agua

En tu vida inmensa está mi infancia
No en vivencias empañadas, aisladas
Ni en las condenas, ni en las reyertas callejeras
Ni en las ejecuciones públicas, lejanas

El rostro que descubro ante el espejo me es ajeno
El mío cayó cierta mañana de Marzo,
En las afueras de un suburbio;
Su firmamento, sus aguas, aún lo esperan

Escarnecido y templado
Sobre los trazos de Getsemaní,
Con esa sangre en esa arena
Leo dejos de tu afecto en otros rostros       
Ecos de ti, Jeanette Cristina
Sin tu agonía jamás habría comprendido
Lo inconmensurable de un amor
Ni las anchas praderas de lo eterno
                                                                                     




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